"No soy más que un aprendiz de buena persona y un corredor esforzado". Toni Lastra (Corredor, escritor o viceversa)
Por cada corredor que recorre el mundo participando en maratones, hay miles que corren por el gusto de escuchar las hojas y la lluvia y que esperan que llegue el día en que les resulte todo tan fácil como a un pájaro volar. Para ellos el deporte no es una prueba, sino una terapia; no es un desafío, sino una recompensa; no una pregunta, sino una respuesta.

Doctor George Sheehan, corredor y filósofo.

domingo, 14 de febrero de 2010

Jacques y Simone


Era ya tarde cuando llegaron el matrimonio francés al Hotel Las Vegas, la paliza de algo mas de seiscientos kilómetros del tirón, mermaron con sus idea de salir a correr. Decidieron ir a cenar y acostarse pronto, así podrían salir a correr por la mañana y aprovechar el día soleado que prometía el parte meteorológico.
Como siempre que programaban un viaje a la costa, la estancia siempre la buscaban en sitios cercanos a paseos marítimos. Las Vegas era el hotel idóneo para ello, a dos pasos de la playa.

El recepcionista del hotel puso una cara algo estúpida cuando vio a este matrimonio ataviado de corto y con camisetas de algodón de una maratón de una ciudad francesa. Jacques les pidió información de una ruta a seguir corriendo, y el hombre le respondió que el paseo mide unos tres kilómetros, pensando que esta pareja, él con 74 años y ella con 72, tendrían de sobra con esos kilómetros.

Jacques, con un corto pelo cano, 1,70 de estatura y 57 kilos de peso delataba ser un corredor de mil y una batallas. Simone, su esposa, bajita, 1,55 y piel y hueso, sin un gramo de grasa daba el físico de una curtida maratoniana.

Decidieron empezar a correr hacia poniente, llegando hasta la Farola, a unos 1500 metros de donde empezaron. Se dieron la vuelta y decidieron ir hacia la zona de levante, por el mapa que le enseñó el recepcionista, Jacques se fijó en que ir en esa dirección prometía una tirada mas llevadera.
Jacques le llevaba una distancia de unos cuarenta metros a Simone, tanto a ella como a él poco le importaba eso, cada uno iba a su bola, siempre respetando el no distanciarse mucho uno del otro.

Justo en el kilómetro siete y medio, en el Paseo de los Canadiense, el enjuto corredor vio a un colega suyo, bastante mas joven y con otra camiseta de la media maratón de Sevilla-Los Palacios y aceleró el ritmo para darle así alcance. Chapurreando el español logro preguntarle hacia donde daba ese camino, y este le contestó que por él se podía hacer todos los kilómetros que quisiera.
Se presentó él por Jacques Malle y el nuevo acompañante por Paco Montoro. Este le dijo que cuantos kilómetros pensaba hacer y le dijo mitad seña y mitad hablando que unos 25 kilómetros, siempre si su mujer le dejaba. Y es que Paco no vio a la mujer hasta que Jacques se la señaló.

Paco preguntó por la edad de ambos, y al enterarse no daba crédito a lo que veían sus ojos. Paco los llevó hasta el kilómetro 12 y ahí dieron la vuelta los tres. ya que el plan de este último era una tirada de 12 kilómetros, vergonzosa comparado con la del extraordinario matrimonio.
Jacques contestaba a todas las preguntas del curioso Paco, sobre alimentación y kilómetros semanales, comentando que ellos pasaban de los 100 kms durante los siete días.

A la hora larga de correr los tres juntos, el matrimonio se despidió de aquel preguntón corredor, decidiendo este de parar y realizar sus estiramientos y ellos rumbo a ese Hotel Las Vegas, donde le esperaban una buena ducha caliente y un merecido desayuno.


Nota: Esa historia es en parte real (los nombres no, exceptuando el mío), muy poco hay inventado, todo lo deportivo es cierto, e incluso el hotel. ¿Llegaré yo a esa edad y en ese estado de forma? ya me gustaría a mi.
Los volví a ver al día siguiente, por la zona de la Cala, a unos 10 kms de donde se hospedaban, así que los 20 kms eran seguros que cayeron de nuevo ese día.