Tal día como hoy, hace ya una quincena de años, mi vida dio un giro, un cambio radical. Dejé de ser la persona que todos querían que fueran, rompí con todo mi pasado y me transformé en un Corredor con mayúscula. Rompí con una forma de vida en la que no me encontraba conmigo mismo, de la que siempre quería salir, pero en la que no encontraba el camino directo hacia ello. Estaba atrapado en un mundo mecanizado y me estaba perdiendo cosas que pasaban en el exterior, cosas tan sencilla como son los amaneceres, los atardeceres, o empaparme de agua con la lluvia. Cosas sencillas, gratuitas y como no las mejores, que son las que nos ofrece la madre naturaleza.
Dejé de contentar a cierto personajes, dejé de ser lo que ellos querían que fuera y me convertí en yo mismo. Correr me liberó de una vida simple, rutinaria y el Paco fumador, bebedor de fin de semana, con un perímetro de cintura superior al metro largo, murió aquella tarde de agosto de 1996.
Para algunos me transformé en una especie rara e insociable. Demacrado por el peso perdido en tan poco tiempo, en una especie de loco que ya no estaba en bares y tabernas...ya solo me veían en carreteras, caminos...en los atardeceres, amaneceres...o en la oscuridad de la noche. Corriendo el día de Navidad, o en el día de Año Nuevo...cosas ilógicas para ellos, pero para mi, mi premio y la mejor satisfacción del día.
De aquí a nada, cumplo 47 años y me importa bien poco. Si la suerte me acompaña quiero seguir así el tiempo que esté entre los mortales. Me han sucedido cosas importantes en mi vida como para haber abandonado mi mundo, haber vuelto a ser la persona que era hace 15 años. Pero Correr, siempre con mayúscula, me lo ha impedido, a sido, es y será el eje de mi vida. Forma parte de mi y no hay Dios, situación o persona que me aparte de ello, a excepción de la salud, que nunca sabremos cuanto tiempo nos va a acompañar.
No voy a festejar estos 15 años como corredor, la razón es bien sencilla, mi premio es la de correr a diario, esa es mi recompensa y mi fiesta.
Salud, kilómetros y un gramo de locura