Saca una hora para ti, inviolable y de uso exclusivo. Ésa hora debe de estar reservada para correr. De las 24 que tiene el día, hagan cuenta, por mucho que trabajemos, por mucho que tengamos que atender a nuestras familia, esa hora debe de ser sagrada. Algunos la sacan de su almuerzo al medio día, otros a su dormir, otros de ese descanso para ver la televisión, da igual, si hacemos cuenta, si nos ponemos a pensar detalladamente sobre ese cuadrante escrito y dibujado en un folio, esa hora la sacaremos como sea.
Ya la tenemos, ahí está, pongamos una hora posible, de 20 a 21hora, de acuerdo ahí está. Salvo una excepción, la vamos a respetar. Si por hache o por be no podemos, siempre está el plan"B", de 21 a 22 o de 19 a 20 horas. Ok, la tenemos fijada y la vamos a comunicar a nuestra pareja, ya sea esposa o esposo y llegar a un acuerdo para que no halla malos entendidos.
Ya sabemos que esa hora va a ser de uso exclusivo, una hora individual, yo la denomino, mi hora mágica. Ahí me olvido de todo problema y si los tengo, a los 20 minutos ya he encontrado solución. Aveces no encuentro respuestas a mis preguntas, la razón es bien sencilla, ya no hay preguntas, en esos primeros 30 minutos todo fluye y lo peor del día, pasa a otro plano, estoy en otra dimensión en donde estoy en paz con el mundo y conmigo mismo. Esa hora de correr limpia mi alma, mis malos humores y veo las cosas de otro modo y con otras perspectiva.
El mundo va mal, pero a mi no me queda otra que seguir en la lucha, en el día a día y ésa hora, me es necesaria. es como el amigo que no tienes o no te comprende. En un libro leí que un corredor le dijo a un parroquiano que él se encontraba mas cerca de Dios en su carrera que él en su iglesia.
Ustedes veteranos, sabéis de que os hablo y a los que comienzan, lo intuyen, saben que en sus cuerpos y mentes pasan cosas extrañas mientras corren, cosas placenteras, correr en esa hora al día se convertirá en nuestra hora favorita y nuestras familias lo saben, cuando entramos en casa lo reflejamos en nuestros rostros.
Salud, kms y un gramo de locura