Yo, al igual que el amigo Gonzalo, no tengo atletas destacados que me
motive a seguir corriendo. Sí que es cierto que se dé nombre y de proezas de
muchos, desde Emile Zátopek a Haile Gebreselassie, desde Martín Fiz, Abel Anton, El extraordinario y desaparecido Diego García, Alberto Juzdado, Fabian Roncero y las féminas como Joan Benoit, Grete Waitz, Lidia Simon (es mi preferida), Paula Radcliffe y sin olvidarme de Julia Vaquero y Marta Dominguez.
Me gusta el atletismo como deporte y procuro de estar al día y saber de su
historia. A mi ver, junto al ciclismo, el atletismo son los deportes que más me
gustan. El futbol también, lo admito, pero creo que esto del balompié se ha
despegado mucho de la denominación deporte.
Pero a lo que iba, descubrí a George Sheehan leyendo a Toni Lastra, y gracias a Lastra (tengo el
honor de que nos llamemos hermano) también descubrí a Henry David Thoreau, este
último no era atleta, pero si un gran filósofo, naturalista que caminaba
diariamente durante cuatro horas, os recomiendo que leáis Walden. El último en
incorporarse a mi lista motivadora, ha sido Haruki Murakami. En mi reciente
segunda lectura de su libro De que hablo cuando hablo de correr,
me he sentido muy identificado con todo lo que escribe. Esta segunda vez que he
leído su libro, ha sido más pausada, disfrutando cada una de sus hojas de otra
manera a la primera vez. Deteniéndome en sus pensamientos y dándome las claves de cómo seguir corriendo
después de sus veinticinco años como corredor.
Seguro que mucho ya los habéis leído, y os invito a que lo
volváis a leer pausadamente, sin prisa, que es como se debe de leer no a
Murakami, sino a cualquier escritor. Os voy a destacar unas letras que me han
marcado:
“Lo único que puedo
afirmar con bastante seguridad es que voy a seguir corriendo maratones con todo
mi empeño, sin desfallecer, hasta que consiga volver a sentir que he corrido
satisfactoriamente. Supongo que, mientras que mi cuerpo me lo permita, aunque
esté viejo y achacoso, y aunque las gentes de mi entorno me surgiera cosas como
>>Señor Murakami, ¿no cree que sería hora de ir dejándolo? Ya tiene usted
una edad ¿eh?>>, seguiré corriendo. Aunque mis tiempos empeoren más y
más, estoy seguro de que pondré en ello el mismo empeño y esfuerzo que hasta
ahora (e incluso, en ocasiones, más que hasta ahora). Eso es. Me digan lo que
me digan, esta es mi naturaleza. Como en la del escorpión es picar o en las
cigarras agarrarse a los árboles. Como en la del salmón es retornar al río en
el que nació o en las parejas de patos buscarse mutuamente.”
Personajes como estos, que son corredores autodidactas, que
no han vivido de esto y que saben escribir de una forma que nos golpean y nos
hacen reflexionar de lo afortunado que somos corriendo nuestra hora diaria, o
nuestros diez kilómetros de rigor, son los que me motivan. Así que me perdonen
estos deportistas de élites que tanto admiro, pero Sheehan, Lastra, Murakami y
cualquiera de ustedes, currantes que arañan ese tiempo precioso a vuestras
familias, son los que me motivan a correr día tras días.